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Tras los pasos del enigmático Manuscrito Voynich
Corría el año 1912 cuando el libre inglés Wilfrid M. Voynich descubrió, en la biblioteca del colegio de los jesuitas de Mondragone, situada cerca de Roma, este fantástico libro conocido como “Manuscrito de Voynich”. Éste había sido depositado con anterioridad en la vieja biblioteca por el erudito, jesuita y criptólogo alemán Athanasius Kircher (1601-1680).
Dicho documento, al que según la numeración le faltaba 28 páginas, aún conserva la mayoría de ellas, 230 hojas para ser exactos, con tapas de pergamino. Sus medidas son de 27 x 15 cm.
Oscuros Orígenes:
Fue un antiguo alumno del propio Athanasius quien le entregara el libro, Johannes Marcus Marci, rector de la universidad de Praga. Sin embargo no acaban aquí, ni los enigmas ni los viajes del manuscrito. Anteriormente pasó por las manos de Rodolfo II (1552-1612), formando parte así de la biblioteca de un gran aficionado al ocultismo, las artes mágicas y la alquimia. Por aquellos tiempos, el sabio Jhannes de Tepenecz (alias Sinapius), alquimista Checo, quien llegó a ser el responsable de la farmacia real del mismo Rodolfo, intentó traducirlo. No lo consiguió, pero nos dejó su firma incrustada en uno de los márgenes del compendio.
Por su parte Kircher tampoco lo lograría. Después de incontables e infructuosos intentos de traducción y sumergido en un profundo sentimiento de completo fracaso, finalmente decidió depositarlo en la biblioteca de los jesuitas, con la esperanza de que eruditos venideros lo estudiasen y descifraran. Allí permaneció en el olvido durante 250 años, sin que nadie lo leyese.
El origen del manuscrito sigue siendo un auténtico misterio al igual que su autor y, sobre todo, también el idioma en el cual está redactado. Pese a eso, tampoco nos podemos olvidar del contenido, totalmente desconocido, ni de las ilustraciones, ambos plasmados con algún propósito oculto que se nos escapa.
Los entresijos del códice:
Cabe destacar que el anónimo autor hizo uso de un alfabeto no identificado, y además, escrito en un idioma incompresible. Investigadores recientes, lo han apodado con el singular y explícito nombre de “idioma Voynichés”. Sin lugar a dudas, todo un reto para los miles de criptógrafos profesionales y aficionados que pretenden arrancar sus secretos.
A dicho sistema de notación se le ha designado como “Alfabeto EVA” (Alfabeto Europeo de Voynich). René Zandbergen y Gabriel Landini lo crearon 1998, se trata de un sistema artificial utilizado para el estudio del manuscrito. Ni siquiera son reconocibles fonéticamente los sonidos representados todavía, simplemente se desconocen. ¡Otro misterio!
Para colmo hay dos versiones de EVA, el básico y el extendido, donde se recogen las letras para ordenarlas y examinarlas. Asimismo incluyen una especie de letras extra llamadas “doodles” que, en verdad son pocas, y se asemejan a numerales latinos.
Parece que la ciencia, o más concretamente los dos botánicos de quien hablaremos a continuación, han logrado identificar 37 de las 303 plantas representadas en las páginas conservadas del original, seis animales y un sólo mineral.
Diferentes hipótesis:
Lo cierto es que a día de hoy se barajan diversas hipótesis o líneas de investigación alrededor del curioso “Manuscrito Voynich”; claro está, algunas más acertadas que otras.
Dos avezados botánicos de Estados Unidos, Arthur Tucker y Rexford Talbert, propusieron a principios de 2014 una idea bastante llamativa a través de la publicación de un artículo en la revista del Consejo Botánico HerbalGram. En este sugieren, nada más y nada menos, que el manuscrito es una descripción de flora y fauna americanas. Pues afirman haber encontrado similitudes entre las plantas ilustradas con las que aparecen en antiguos libros mexicanos de fitología. En consecuencia piden que se realice una mayor investigación porque además creen que está redactado en alguna lengua Azteca como podría ser el “náhuatl”.
Por otro lado, el británico Stephen Bax, profesor experto en lingüística aplicada de la Universidad de Bedfordshire, afirma haber conseguido descifrar diez palabras del célebre manuscrito Voynich. Su método se basa en realizar un escrupuloso análisis a nivel lingüístico, al mismo tiempo que tira de su extenso entendimiento sobre varias lenguas practicadas en el medievo que bien pudieran estar relacionadas con el contenido. Sus conclusiones aún son escasas, sin embargo se muestra bastante convincente al asegurar que el dichoso libro no es ningún fraude.
Por supuesto aquí no termina el asunto, existen muchas otras hipótesis. Otros nombres bastante sonados que se han pronunciado al respecto son los del profesor Newbold de la Universidad de Pennsylvania, o los de Joseph M. Feely y Leonell C. Strong, criptógrafos aficionados. Todos ellos han visto códigos ocultos en las páginas del Voynich pero tampoco les han encontrado significado alguno.
Conclusiones:
Según la investigación abierta a lo que se manifiesta todo un enigma, prevalece la diversidad de opiniones.
Algunos aficionados se basan simplemente en la búsqueda de lo oculto en sus ilustraciones, acogiéndose a la idea de que fueron pintadas, y el texto escrito, con la pluma de un ave. La cual cosa en sí, no resulta tan descabellada, ya que el manuscrito y la prueba del carbono 14 sitúan su origen en el siglo XV o incluso principios XVI. Por lo tanto, queda constatado que el códice data de tiempos medievales.
Y es que ni los más afamados criptógrafos han conseguido nada de nada, jamás se ha llegado a una posible solución válida, aunque también es cierto que se pueden reconocer claramente algunos astros y constelaciones como las Híades, el propio Tauro y su espectacular estrella Aldebarán.
No obstante reclama especial atención una imagen pintada en el fantástico círculo astrológico que presenta en una de sus ilustraciones. Puesto que en el centro de la imagen aparece un “smilodon”, un espectacular tigre de dientes de sable, bastante desconocido ya en los tiempos en los que se redactó esta enigmática obra.
Pero volviendo a su origen y, seguramente por la intensa oscuridad que le rodea, incluso se ha llegado a sugerir que el manuscrito fue redactado por el gran genio del renacimiento Leonardo da Vinci. Hay otra gente que piensa que bien pudieron ser los Cátaros los autores, quizás la tribu perdida de Israel, los Aztecas, e incluso los más atrevidos proclaman la idea de que pudiera haber sido redactado por extraterrestres…
En fin, tanto el origen como la naturaleza del manuscrito Voynich siguen perteneciendo al misterio, mas puede que la solución final llegue si se le estudia y observa desde un ángulo nuevo y original ¿observándolo desde la lógica tal vez? Lo único claro a día de hoy es, que después de un largo periodo de investigación insaciable, seguimos hinchiéndonos del mismo sentimiento que terminó asaltando a Kircher: la sensación de un completo fracaso.
Por : Rosa Gómez
Si lo deseas también puedes visualizar el siguiente video sobre el Manuscrito Voynich que también está bien interesante respecto a su contexto histórico original, la Italia del siglo XV:
Gran tema y gran post.
Muchas gracias por tus palabras Sergio. Un gusto que hayas encontrado aquí lecturas de tu interés. Saludos!