La “ignorancia” de la NASA frente al origen del sistema solar según egipcios, sumerios y dogones

Últimamente provocan cierto revuelo diversas hipótesis surgidas del mismo seno de la NASA, que hacen especial incapié sobre la posible existencia, dentro de nuestro Sistema Solar, de un quinto planeta gigante además de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

Una de las más controvertidas, en realidad fue propuesta a finales de 2011 por el astrónomo norteamericano David Nesvorny; quién a través de más de 6000 simulaciones que recrean la formación y posterior desarrollo del Sistema Solar hasta llegar a la configuración actual, concluía que al menos durante las primeras etapas de su formación, el propio sistema pudo haber contado con la presencia de dicho planeta. Pues si en un principio sólo se hubieran formado los ocho planetas que todos conocemos, el conjunto en sí hubiese resultado tan caótico que únicamente conduciría a un colapso inevitable.

Nesvorny explica que para la evolución que ha seguido el Sistema Solar, la presencia de este gigante se haría necesaria en algún momento de entre los 600 primeros millones de años de su vida, justo cuando la Tierra se colocó en el emplazamiento que ahora ocupa. Y además puntualiza que no necesariamente en el presente debiera seguir formando parte de la consorte planetaria del Sol, pues su interacción sólo sería relevante en las primeras etapas descritas.

De este modo, se podría estar hablando de un “planeta errante” que en algún momento escapa de su órbita natural y luego llega a otros sistemas estelares e interactúa con sus componentes. Curiosamente y de forma casi paralela se ha calculado la cantidad de estos viajeros del cosmos en la Vía Láctea, que serían ni más ni menos que 100000… ¡por cada una de sus estrellas! Así lo publicó unos meses antes en la revista Nature un prestigioso científico de la Universidad de Stanford, el Dr. Louis E. Strigari.

Sin duda la probable presencia e interacción tanto del quinto planeta gigante como la de otro cuerpo errante, como por ejemplo nibiru, son dos variables muy a tener en cuenta en la génesis y posterior desarrollo del Sistema Solar. Ambas ideas no hacen más que recordarnos que la grandeza del hombre todavía no ha dado la explicación definitiva sobre el nacimiento del Sol y sus fieles compañeros de viaje, por lo tanto hay que seguir abiertos a nuevas hipótesis.

Siempre en este sentido, quisiera resaltar un modelo al respecto, extraído suavemente desde las entrañas de varias de las cosmogonías más fascinantes del planeta. Se trata de las del Antiguo Egipto, Sumer y también del pueblo Dogón, donde uno puede viajar más lejos si cabe, sin olvidar que estos conocimientos fueron el legado de sus dioses, fueran estos lo que fueran. El hecho es que las tres dan a entender, cuando no lo afirman rotundamente, que el Sistema Solar se formó a través de la “eclosión” de otro astro, un astro errante, con Sirio como sello de denominación de origen. Si hacemos caso a las cosmogonías y leyendas de los egipcios, sumerios y dogones, curtidas y salvaguardadas por sus grandes sabios, nuestro Sol, junto al resto de su clan, son los vástagos de la estrella Sirio.

Y ahora, porque el momento lo requiere, es la hora de preguntarse, más allá de cómo llegaron a dicha conclusión, si verdaderamente el Sol es el retoño de Sirio y estas “cosmogonías” hablan de episodios reales acaecidos hace millones de años.

¿Qué pensáis al respecto?¿Es posible que el Sol sea el fruto de Sirio? La verdad que no sería nada extraño, dicha estrella es de las más próximas al Sol. Y se sabe que éste es una estrella de segunda o tercera generación, en definitiva, que nació de otra estrella.